Nuestra escritora invitada, Leonor, nos cuenta una historia sobre un perrito. Justo para festejar el Día del animal. Pero la vamos a publicar en dos partes, para dejar el suspenso...
Ojalá les guste. Es real.
¡ GUAUUUU! , SOY RITA…
Vine a este mundo en 2015, nací en la ciudad de Panamá, ¡Quien sabe quiénes fueron mis padres!, fui abandonada en la calle y de allí me rescataron almas generosas que se condolieron al ver mi cuerpito abarrotado de garrapatas y pulgas. Estaba totalmente desnutrida, mi pelaje opaco y sucio, mis fuerzas me hubieran abandonado en pocas horas si no hubiera sido por esas alma caritativas. Me llevaron a su casa y allí me dedicaron todo el tiempo necesario para mejorar mi estado calamitoso. Luego me llevaron a un veterinario, sólo con mirarme supo todos los sinsabores, dolores, y carencias por las que había pasado.
Me ofreció a una pareja de jóvenes que ansiaban tener una mascota desde su niñez y vaya a saber porque motivos no se lo habían permitido, así que sin proponérmelo contribuí a hacerlos felices. Llegué al lugar adecuado, pero muerta de miedo, pensando en cual sería mi futuro, necesitada toda clase de cariños, de mimos, de atenciones, en fin, de amor. Aquí encontré todo eso y más.
Una cama confortable, fue lo primero que me mostraron mis dueños, un plato de comida (no muy rica) pero en fin, algo bueno para mi salud, eso dijeron. Y así debió ser. En pocos días ya estaba irreconocible, mi pelo brillaba, eso sí, me sometían a un baño diario, con el calor que hace en este país es absolutamente necesario. Sin que me lo ofrecieran me fui adueñando de espacios que me encantaban, los sillones del living no podrían ser más cómodos, y despacito también gané un lugarcito en la cama de mis dueños, no siempre, pero en cuanto se descuidaban allí estaba yo. Dos paseos diarios por lo menos, plazas, calles, muchos lugarcitos lleno de olores nuevos a los que pronto me acostumbré.
Un buen día me subieron al automóvil, no fue una linda experiencia, me sentía muy mareada y un poco asustada, pero en menos de una hora estábamos en” Cerro Azul”, una serranía espectacular, con algunas casas para descanso. Esto es el paraíso, pensé, no lo podía creer, nunca había visto tanto espacio para correr, cientos de plantas diferentes a las de la ciudad, descubrí cosas nuevas, y lo más divertido fue una gallina, la corrí y la pobre se asustó, yo sólo quería jugar con ella. Enseguida me hice amiga de “Flap”, una perra mayor que yo, buenísima, su dueña es una pequeña traviesa que juega con él a toda hora, y conmigo también cuando estamos juntas. Flap conoce el terreno mejor que nadie, y como es desigual me indica por donde debo ir, y se ríe de mi cuando tropiezo o me asusto de ver algún animalito que antes nunca vi. Claro, estoy acostumbrada a vivir en la ciudad.
La niñita a veces me tira de la cola, le llama la atención porque su perra tiene una cola pequeña y la mía es importante. Deseo que lleguen los días libres de trabajo para mis dueños para ir a Cerro Azul. Aquí no hay ruidos molestos y se duerme muy bien, el aire es más puro y también me hice amiga de algunos perros con los que salgo a conocer los alrededores.
Mis dueños son lo mejor que hay en este mundo, me malcrían, acatan todos mis caprichos, sé que a veces me abuso y no tengo derecho, me tendré que controlar. Y saben? Estoy “aprendiendo idiomas”, es interesante, ella me habla en Eslovaco y en Inglés, y él en castellano. Por suerte que mi dueña me fue acostumbrando porque acaban de llegar sus padres de aquellas lejanas tierras y se dirigen a mí en su idioma natal. Son personas amables y me tratan con cariño, estoy feliz porque iremos todos a Cerro Azul, será muy divertido, allí además tengo “permitido” comer algunos bocadillos más sabrosos que mi comida habitual, me encantan los huesitos de asado de carne, y alguna golosina que me dan a escondidas. ¡Qué buena vida estoy pasando!
Mi dueño no está todo el tiempo en casa, pues su trabajo no se lo permite, y yo lo extraño muchísimo, cuando se tiene que ir, lo presiento, en cuanto se pone su uniforme de trabajo me entristezco y espero ansiosa su regreso.
Bueno algo está pasando, ya me enteraré, creo, porque hay preparativos de fiesta y de viaje, y están muy contentos y un poco nerviosos, ya hablaron con unos amigos para dejarme a mí en “custodia” por unos cuantos días. Claro! como no van a estar felices! se van a casar, estoy contenta por ellos, pero los voy a extrañar muchísimo. Ya me hicieron todo tipo de recomendaciones acerca de mi conducta con mis dueños temporarios, les voy a obedecer, al fin y al cabo son personas de lo mejor! si son ellos los que me recogieron, seguro que no los voy a hacer quedar mal.
El tiempo me pareció interminable durante la ausencia de mis dueños, pero volvimos a la “normalidad”, y están tan felices que no los voy a amargar con mis caprichitos.
Han pasado varios meses desde este acontecimiento y en estos días hay mucho movimiento en la casa y están todos muy contentos, hablan de “Navidad” y de la llegada el fin del año 2019 y también llegarán los padres de ambos y su abuela. Los señores padres de mi dueño ya me conocen de visitas anteriores, también me miman, pero la señora mayor me teme, ya me di cuenta que ella no me hará muchas caricias, pero me esmeraré en demostrarle que no debe tener miedo porque no le haré ningún daño.
Han puesto en el living un árbol gigantesco, lo han adornado con cintas y globitos de muchos colores, ya me advirtieron que no me arrime a él, entiendo y hago caso porque no quiero provocar ningún desastre, porque a pesar de su gran tamaño es frágil. Me adornan con una corona y cintas de colores, y todos me dicen que estoy muy graciosa (¿qué querrá decir?) me siento muy contenta al ver a todos tan felices, hay alrededor del árbol cajas de todos los tamaños.
Al comenzar la Cena Navideña mis dueños estaban ansiosos y él dijo que quería decir unas palabras. No sabía cómo empezar y de un sopetón dijo dirigiéndose a la señora mayor. “Nana, vas a ser bisabuela”. Todos se abrazaron, lloraron de alegría y decían que era el mejor regalo de Navidad, y yo no entendía nada de lo que pasaba, hasta que me di cuenta que “el regalo” lo tenía mi dueña escondido en su cuerpo., ¿Cómo será eso? - me preguntaba.
Comenzó el año 2020 y a pocos días cada uno de los invitados regresó a sus países ¡Que lejos viven todos!
Y yo seguía muy preocupada pensando si la llegada de un bebé me destronaría, ¡sería fatal!, por primera vez sentí celos, pero al ver que nada cambiaba para mí, me fui tranquilizando.¡ Hay que cuidar a mi dueña, parece no sentirse muy bien - me dije - y así lo hice desde ese día estuve pendiente de ella.
Cosas nuevas estaban ingresando en la casa, muebles de menor tamaño que los que hay y seguramente el futuro integrante de la familia no caminará porque hay un asiento con ruedas, trato de no perderme ningún comentario, pero pienso: el nuevo ser que vendrá será muy pequeño, porque tendrá que dormir en una camita diminuta, que la llaman cuna. Ya conozco niños pequeños que viven en Cerro Azul, son pequeños de verdad, pero caminan… y juegan conmigo. Voy descubriendo muchas cosas, hoy trajeron un “aparato” y según escuché servirá para bañar al niño. Por suerte a mí no me meten en un aparato así cuando me bañan.
Espero que ese niño llegue pronto porque si no a la pobre madre le va a explotar su cuerpo ocultando el “regalo”. Además yo estoy ansiosa igual que su papá, por verlo de una vez.
Hay preocupación en la casa y en los amigos y compañeros de trabajo de mis dueños, están usando una palabra que nunca había escuchado “pandemia”. A mí ya no me sacan a hacer los largos paseos a los que me tenían acostumbrada, sólo salimos dos veces al día, aquí muy cerquita, hasta el arbolito que hay en la vereda del edificio. No sé porque ahora los humanos usan “bozal”. Están raros y nerviosos. Las cosas están cambiando, pero ellos tienen planes y trato de estar al tanto de lo que sucede. Pero estoy segura de que estoy incluida en sus planes.
Por fin llegó “el regalo” tan ansiado por mis dueños, es un niño precioso pero duerme casi todo el día y se preocupan de que yo no me acerque demasiado. Por supuesto que lo voy a cuidar y mucho, pero me gustaría que jugara conmigo, como lo hace la pequeña Lara con Flap en Cerro Azul.
Llegaron de visitas los abuelos paternos del bebé y la bisabuela. La señora parece más amigable conmigo que en la visita anterior. Trajeron regalos para todos, también para mí. La abuela de Samuel, dice que soy una “Lady”, debe ser algo lindo porque me encanta que me lo digan y todos lo festejan. Me ha tejido un “pullover color verde, me lo probaron y todos coinciden en que me queda precioso. Con el calor que hace en Panamá no creo que lo vaya a usar demasiado.
Bueno dicen que nos vamos a Eslovaquia, debe ser muy lejos, porque son varias horas de viaje, y hay que tomar dos “vuelos”, ¿qué será eso? Ya me enteraré. Muchas despedidas de amigos, mucha tristeza, presiento que por mucho tiempo no veré a “Flap”, ni a Lara. ¡qué pena!.
(continúa el próximo viernes)
.©Leonor Pires
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