viernes, 24 de diciembre de 2021

Fundación Madre Teresa

 



Muy agradecida por esta distinción, comparto mi trabajo:


Sueño de esperanza


Faltaba muy poco para recibir a nuestro segundo hijo. Todas las ilusiones, las esperanzas de su hermano mayor de verlo, la nuestra como padres, de completar la familia tan deseada.


Un jueves al mediodía, llega a este mundo. Corren los médicos, las enfermeras. No lo veo cuando llego a la habitación. Un rato más tarde llega mi esposo dándome la novedad que el bebé tenía una cardiopatía y había que operarlo. Dolor, angustia, miedo, terror. Eso nos acompañó hasta que pasaron los diez días y fue intervenido. Treinta y dos días después, luego de pocos sobresaltos, lo llevamos a nuestra casa, sano, vivaz pero con todos los temores que como padres podíamos tener.


Rezamos tanto, pedimos tanto por él, por su vida y por nuestra familia que podía verse desarmada en segundos, que sentí una paz especial cuando el médico salió a buscarnos al pasillo para decirnos que estaba bien, pero que había que esperar la evolución.


En un rinconcito de la clínica había una imagen de una Virgen. Era visitada por mí cada vez que las fuerzas flaqueaban. Esa Virgen y la que estaba en la Iglesia de Ntra. Sra. de Loreto, a la vuelta de la clínica donde fue bautizado unos meses más tarde (ya lo habíamos hecho en la clínica el día después de nacer), me dieron la enorme fuerza de voluntad para seguir. El acompañamiento de la familia, que fue muy importante, hizo lo suyo. Hoy si me preguntan si creo en los milagros, respondo muy segura que sí, ya que nos dieron un 98% de riesgo de vida y nuestro hijo cumplió este año, 25 años. Está sano y fuerte, feliz y es buena gente. Eso es un mensaje de esperanza.¿ Qué más?


©Silvia Vázquez

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