viernes, 17 de diciembre de 2021

Escritora invitada: Susana Grimberg

 El acoso (laboral- sexual). 

“Al principio la inclinación al mal es tan frágil como el hilo de una telaraña. Después se vuelve tan fuerte como la soga de un carro”.      

                                                                                  Talmud



 

Acoso psicológico

El acoso psicológico, que también podemos llamar moral, es una acción que se basa en descalificar, humillar de una manera sostenida en el tiempo, a cualquier persona, con el fin de desestabilizarla psíquicamente. 

El acoso sexual, tiene por objeto el sometimiento de otro a partir de una posición de superioridad. Ambos, atentan contra la dignidad e integridad de la persona.

El acoso, en las formas mencionadas, es un proceso largo por el cual la persona, sea hombre o mujer y, sin darse cuenta de lo que sucede, va perdiendo su autoestima y la confianza respecto de lo propio. El sujeto, al no ser plenamente consciente de que está siendo humillado y de que se le están vulnerando sus derechos más fundamentales, puede ser conducido al suicidio.  

El acosador, apela a técnicas bastante sutiles como insinuaciones, miradas, mentiras y no cede hasta doblegar al más frágil, incluso dando vuelta la situación desde un lugar en el que prima la fuerza y el poder. Si el humillado, se pone en una posición defensiva, puede provocar más violencia verbal y, también, física porque, si bien el agresor no pretende destruir a su víctima de inmediato, su propósito es anular su capacidad de defensa y toda muestra de rebeldía. 

Podríamos considerar al acosador como un depredador, sin contemplaciones. Por ejemplo, en el campo laboral, avasalla a su víctima cuando está sola o la desacredita en presencia de otras personas. Siente el mismo placer como cuando le asigna tareas inalcanzables por los plazos para concluirlas además de amenazarla con la pérdida del trabajo. Como nadie es imprescindible y muchos, son los afectados por la desocupación, la víctima se somete sin dudar.

El acosador le quita a su víctima las tareas de responsabilidad y le da a cambio tareas rutinarias. También, discriminarlo o ignorarlo, son actos a los que el acosador apela sin ningún prurito. En situaciones extremas, hasta puede retener información y manejarla para inducir al error, difamar a la víctima, extendiendo algún rumor que pueda afectar su profesionalidad. 

Innumerables son los casos en los que las víctimas no pudieron acceder, ni siquiera, a seminarios y cursos de capacitación. Más grave aún, es cuando el acoso laboral llega al extremo de bloquear administrativamente a una persona además de invadir la privacidad del acosado interviniéndole tanto el correo como el teléfono.

Atacar las convicciones personales, la ideología o la religión es el arma privilegiada que muchos, a los que no dudo en calificar como mediocres, usan. 

El acoso sexual 

No voy a referirme a casos con resonancia en los medios como el de la sobrina del ex gobernador de Tucumán, José Alperovich, denunciado por la misma por acoso y abuso sexual, caso del que se ocupa la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires y no en Tucumán (Perfil. Martes 14 de diciembre de 2021). 

Tampoco voy a referirme a Mavys Álvarez, la cubana menor de edad que tuvo un noviazgo abusivo con Diego Maradona (Infobae 27 de septiembre de 2021) Tenía 16 años cuando conoció al ex futbolista y tuvo que soportar un noviazgo violento, avalado por el mismo Fidel Castro durante los años que estuvo viviendo en La Habana para tratar su adicción a las drogas, siendo el mismo Maradona el que, más tarde, la condujera por el camino de las drogas. 

El acoso sexual puede ocurrir en diferentes casos:

1) El acosador puede ser un superior de la víctima, un cliente, un compañero de trabajo, un profesor o tutor, un compañero de clase o un desconocido.

2) La víctima no tiene por qué ser sólo la persona a la que se acosa directamente, sino que también puede ser cualquier persona de su entorno que encuentre intolerable el comportamiento del acosador y que se vea afectada en cierta manera.

3) Mientras que la víctima no sea acosada, no se debe considerar el comportamiento del acosador de manera ilegal.

4) El centro del acoso puede ser tanto del género masculino como femenino; asimismo, el acosador también puede ser tanto de un género como del otro.

5) El acosador no es necesariamente una persona del sexo contrario.

6) El acosador puede ser totalmente inconsciente de que su comportamiento es molesto o es una forma de acoso sexual; también puede no saber que sus actos podrían ser ilegales.

Sin embargo, una constante es que el comportamiento de los acosadores suele ser muy difícil de soportar. 

El cine y el acoso sexual

 No hay diferencias entre el acoso sexual y el laboral. Ambos se sostienen en la descalificación y humillación del otro. 

Si hacemos un recorrido por los programas de televisión, los mismos pueden funcionar como una pantalla propicia para el goce del acosador, dado que puede maltratar, graciosamente, a algún o alguna protagonista independientemente del sexo.    

Cuando se habla de acoso sexual, se piensa a la mujer como víctima y al hombre como victimario, pero no siempre es así, porque los varones también sufren de acoso propiciado por mujeres a las que se suma el acoso por parte de otros hombres, sobre todo en el ámbito laboral, acoso ejercido independiente de la posición que ocupan en las jerarquías. Quiero aclarar que, cuando alguna víctima hace una denuncia, siempre está relacionada con el exceso de presión, el hostigamiento o, más grave: el chantaje. 

Quiero destacar a la excelente película “El escándalo” (Bombshell), basada en las denuncias de acoso y abuso sexual que mantuvieron en vilo a los Estados Unidos.

El escándalo, con grandes actuaciones de Nicole Kidman, Charlize Theron y Margot Robbie, llevó al cine, las acusaciones al dueño de la cadena Fox News, que dieron lugar al movimiento Me Too. 

La película mostró cómo, estando al frente del canal de noticias Fox News, Roger Ailes (John Lithgow), uno de los productores televisivos más míticos de su generación, fue también un hombre cruel, autoritario y acosador, que maltrataba a sus empleadas y enunciaba comentarios groseros y sexistas.

Cuando la presentadora y estrella televisiva Gretchen Carlson (Nicole Kidman) decidió denunciarlo ante la Justicia, los años de abuso salieron a la luz. En ese momento, sus compañeras, entre ellas Megyn Kelly (Charlize Theron) y Kayla Pospisil (Margot Robbie), decidieron vencer sus propios miedos e inseguridades para que la verdad se conozca.

Según el periodista Alexis Puig, la película “El escándalo” (Bombshell), basada en una historia verídica y reciente, narró esta historia. 

Ayudada por una lograda caracterización que la hace ver como un clon de la periodista Megyn Kelly, Charlize Theron ofrece una vez más, una interpretación repleta de matices en la que el ego, la ambición, la neurosis y la vulnerabilidad se dan la mano para lograr una personalidad compleja.

Margot Robbie también es magnífica en su rol, componiendo a esa joven reportera un tanto ingenua, con las inseguridades de una principiante que se debate íntimamente con su ambición de crecer en un mundo ultra competitivo. 

Sin embargo, más allá de los logros artísticos de El escándalo, vale destacar que si no hubiera sido por la denuncia reflejada en la ficción, jamás hubiera ocurrido la aparición del movimiento Me Too. 

Susana y el baño

Muchos hechos sucedidos últimamente, me trajeron a la memoria el libro de Daniel, en la Biblia, Capítulo 13, la historia de Susana, bella mujer, esposa de Joaquim, rico e influyente judío de Babilonia que, en el momento en que se dirigía a tomar un baño en jardín de su casa, fue acosada por dos ancianos jueces. La historia narra que al NO acceder ella, a las demandas sexuales de los jueces, ellos la denunciaron diciendo que la habían descubierto seduciendo a un joven, motivo por el cual debía ser condenada a muerte. Daniel, que apareció cuando ella era llevada a cumplir la condena, interrogó a los acusadores y al poner en evidencia que había falsedad en los relatos, salvó a la mujer de ser lapidada. 

También está la historia de José, hijo de Jacobo y Raquel, cuyas características principales eran su belleza y su recato y que, en los relatos bíblicos numerosas mujeres lo cortejaban y se entregaban a él. Sin embargo, José como ninguno de sus hermanos, logró separarse tanto de las insinuaciones que ni siquiera se detuvo en la belleza de las mujeres. 

La biblia narra que cuando José tenía diecisiete años y estaba en plena flor de la juventud, día tras día su señora, la esposa de Potifar, intentaba conquistarlo con numerosas trampas: usaba tres atuendos distintos para enamorarlo; las ropas con las que se vestía a la mañana no las volvía a usar a la tarde, y las ropas de la tarde no las repetía al caer el sol. ¿Por qué lo hacía? Para que él la mirara.

En una ocasión un grupo de mujeres se reunió en la casa de Potifar deseosas de ver la belleza de José. ¿Qué hizo la esposa de Potifar? Tomó frutos cítricos y los colocó frente las mujeres dándole a cada una un cuchillo. Después llamó a José y le hizo pararse frente a ellas. Mientras las mujeres pelaban los frutos, encantadas por la belleza de José se cortaron los dedos. Entonces la esposa de Potifar dijo: Ustedes que lo vieron tan sólo por un momento están así de consternadas; cuánto más estoy yo que lo mira todo el tiempo. Y aunque día tras día intentó encantarlo con sus tretas, él no se dejó llevar por ningún impulso.

La importancia del No

Para concluir, quiero remarcar la importancia del NO, como defensa fundamental frente a las situaciones extremas de acoso sexual y, también, de acoso laboral. Los Diez Mandamientos (salvo dos: Honrarás el sábado y Honrarás a tu padre y a tu madre), se sostienen en el No, no matarás, no robarás, que hacen que la vida sea posible más allá del desconcierto de nuestro tiempo.

Quiero concluir con este pensamiento del Premio Nobel Elie Wiessel:

“Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo” 

©Susana Grimberg. Psicoanalista, escritora, ensayista y columnista.

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