Hace 81 años,
Alfonsina entraba lentamente al mar, dejaba allí su vida entera.
Dejaba también
su legado literario y el recuerdo de una mujer que sufrió por amor. Mar del
Plata fue su ultima morada.
…”Las
maletas estaban a medio cerrar y el reloj apuraba su marcha. A mediados de 1938
apareció Mascarilla y trébol y una Antología poética con sus poemas preferidos.
La escritura de estos libros le demandó varios meses. Cuando inscribió su libro
en el Concurso de Poesía, le preguntó al director de la Comisión Nacional de
Cultura, Juan José de Urquiza «¿Y si uno muere, a quien le pagan el premio?»,
pregunta que el señor se la tomó a broma, pero luego sus amigos extrajeron
conclusiones de este dicho.
Otro
suceso fue una solicitud a su amiga Fifí para hospedarse en su casa Real de San
Carlos, pero esta le dijo que esos días tenía visitas y Alfonsina resolvió
viajar a Mar del Plata. Cuando su amiga le pidió que no fuera porque esa ciudad
la alteraba bastante, respondió: «Tenés miedo de que muera en tu casa», y
además le dio la dirección donde se hospedaría en la ciudad balnearia. El
domingo 16 de octubre se encontró en Tigre con la poeta Abella Caprile. Esta le
comentó sobre su poema «Romancillo cantable» publicado en La Nación y Alfonsina
le dijo que podía ser el último y le confesó que la neurastenia la hacía pensar
en suicidarse. Su amiga le prometió que rezaría unas oraciones por ella.
El 18 de
octubre de 1938 viajó a Mar del Plata. Fue a la estación Constitución
acompañada de su hijo Alejandro ―de 26 años―27 y de Lidia Oriolo de
Pizzigatti, dueña del hotel donde se alojaba frecuentemente en la calle Tres de
Febrero. Cuando el tren partió le dijo a su hijo que le escribiese, que lo iba
a necesitar.
Alfonsina
le escribió dos cartas de contenido ambiguo a su hijo, el 19 y 22 de octubre,
en las que parecía que luchaba contra la decisión de terminar con su vida. El
jueves 20 escribió todo el día en el hotel abrigada con un poncho catamarqueño,
aunque era primavera. Al día siguiente un dolor en el brazo le impidió
continuar con su tarea. Sin embargo, se esforzó y el sábado despachó una carta
en el buzón. Contenía su poema «Voy a dormir», el último que escribió. El
domingo tuvo que concurrir el doctor Serebrinsky porque ya no soportaba el
dolor. El lunes le solicitó a la mucama que escribiese por ella una carta para
Alejandro y a las once y media se acostó a dormir
Desde
allí, envió tres cartas: una a su hijo, Alejandro; otra a Gálvez, para que
procurase que a su hijo no le faltase nada y un poema de despedida al diario La
Nación:
Dientes
de flores, cofia de rocío,
manos de
hierbas, tú, nodriza fina,
tenme
puestas las sábanas terrosas
y el
edredón de musgos escardados.
Voy a
dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una
lámpara a la cabecera,
una
constelación, la que te guste,
todas son
buenas; bájala un poquito.
Déjame
sola: oyes romper los brotes,
te acuna
un pie celeste desde arriba
y un
pájaro te traza unos compases
para que
olvides. Gracias... Ah, un encargo,
si él
llama nuevamente por teléfono
le dices
que no insista, que he salido...
Monumento
a Alfonsina Storni frente a la playa La Perla (en Mar del Plata).
Hacia la
una de la madrugada del martes 25 de octubre de 1938, Alfonsina Storni abandonó
su habitación y se dirigió a la playa La Perla. Esa noche su hijo Alejandro no
pudo dormir; a la mañana siguiente, lo llamó la dueña del hotel para informarle
que le habían reportado del hotel que su madre estaba cansada pero bien.
Esa
mañana, la mucama Celinda había golpeado la puerta del dormitorio para darle el
desayuno y no obtuvo respuesta y pensó que era mejor dejarla descansar y fue lo
que le comunicó a la dueña. Pero cuando dos obreros descubrieron el cadáver en
la playa, se difundió la noticia; su hijo se enteró por radio y el cuidador del
hotel, José Porto, se lo confirmó vía telefónica. Hay dos versiones sobre el
suicidio de Alfonsina Storni: una de tintes románticos, que dice que se internó
lentamente en el mar, y otra, la más apoyada por los investigadores y
biógrafos, que afirma que se arrojó a las aguas desde una escollera.
A la
tarde, los diarios titulaban sus ediciones con la noticia: «Ha muerto
trágicamente Alfonsina Storni, gran poeta de América». La sorpresa obligó a
reconstruir el hecho. A las ocho de la mañana, los obreros de la Dirección de
Puertos Atilio Pierini y Oscar Parisi observaron algo flotando a doscientos
metros de la playa La Perla y que podría tratarse de una persona. Pierini se
arrojó al agua mientras su compañero denunciaba el evento a la policía.
Actuaron la Comisaría Primera y la Subprefectura; los cabos Antonio Santana y
Dámaso Castro ayudaron al joven obrero a llevar el cuerpo sin vida a la orilla.
Determinaron que era una mujer bien vestida y que había estado flotando poco
tiempo. Una ambulancia la trasladó a la morgue, donde fue examinada por el
doctor Bellati, quien reconoció a Alfonsina Storni cuando destapó el cuerpo. Se
especuló que Storni se arrojó desde la escollera del Club Argentino de Mujeres
a doscientos metros de la costa. Sobre la escollera se encontró uno de sus
zapatos, el cual se había enganchado con los hierros en el momento en que su
dueña se había arrojado al mar.
El
cortejo fue acompañado, según el diario Crítica, por un desfile iniciado en la
plaza San Martín, siguiendo por Arenales y Libertad hasta la avenida Quintana
sumándose gente en el recorrido. Demoró una hora en llegar al destino final:
arribó a las dieciséis y treinta horas, donde aguardaban las autoridades
nacionales y el doctor Sagarna, miembro de la Corte Suprema de Justicia, además
de sus colegas escritores. A su entierro asistieron los escritores y artistas
Enrique Larreta, Ricardo Rojas, Enrique Banchs, Arturo Capdevila, Manuel
Gálvez, Baldomero Fernández Moreno, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea, Alejandro
Sirio, Augusto Riganelli, Carlos Obligado, Atilio Chiappori, Horacio Rega
Molina, Pedro M. Obligado, Amado Villar, Leopoldo Marechal, Centurión, Pascual
de Rogatis, Carlos López Buchardo y Camila Olivieri, entre otros.
Los
discursos de despedida fueron iniciados por el titular de la SADE, Manuel
Ugarte y una vez finalizados los restos de Alfonsina Storni fueron depositados
en el Cementerio de la Recoleta en la bóveda familiar de Salvadora Onrubia,
esposa de Natalio Botana, periodista y director del diario Crítica, quienes
financiaron la ceremonia, pero en 1963 se trasladó el féretro al «Recinto de
las Personalidades» del Cementerio de la Chacarita, donde actualmente reposan
en el interior de una escultura realizada por Julio César Vergottini.
Al otro
día La Nación publicó su poema de despedida, «Voy a dormir», que termina con un
misterio poético que ninguna biografía podrá develar. Dice:
Si él
llama nuevamente por teléfono
le dices que
no insista, que he salido...
Casualmente,
en un período de 20 meses, no solo murió Storni sino también sus amigos y
escritores Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones (ambos por suicidio).”
(fuente: es
Wikipedia.org)
Por la blanda
arena que lame el mar
Su pequeña
huella no vuelve más
Un sendero solo
de pena y silencio llegó
Hasta el agua
profunda
Un sendero solo
de penas mudas llegó
Hasta la espuma
Sabe Dios qué
angustia te acompañó
Qué dolores
viejos calló tu voz
Para recostarte
arrullada en el canto
De las
caracolas marinas
La canción que
canta en el fondo oscuro del mar
La caracola
¿Qué poemas
nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua
de viento y de sal
Te requiebra el
alma y la está llevando
Y te vas hacia
allá como en sueños
Dormida,
Alfonsina, vestida de mar
Cinco sirenitas
te llevarán
Por caminos de
algas y de coral
Y
fosforescentes caballos marinos harán
Una ronda a tu
lado
Y los
habitantes del agua van a jugar
Pronto a tu
lado
Bájame la lámpara
un poco más
Déjame que
duerma nodriza, en paz
Y si llama él
no le digas que estoy
Dile que
Alfonsina no vuelve
Y si llama él
no le digas nunca que estoy
Di que me he
ido
Te vas
Alfonsina con tu soledad
¿Qué poemas
nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua
de viento y de sal
Te requiebra el
alma y la está llevando
Y te vas hacia
allá como en sueños
Dormida,
Alfonsina, vestida de mar.
Fuente:
LyricFind
Compositores:
Ariel Ramirez / Felix Cesar Luna
..........
Una mujer inmensamente talentosa, de las tantas adelantadas a su época y que han sufrido las consecuencias. Gracias por esta bella nota. Abrazo, Silvia!
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