Aunque vivió una vida más bien tranquila y recluida, la poesía de Emily Dickinson se destaca por la sutileza y el entusiasmo (aunque a veces fuera un entusiasmo oscuro) con el que sus poemas observan al mundo. La naturaleza, la amistad, el amor y la contemplación son algunos de los temas que va hilvanando con un lenguaje tan delicado como potente.
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Su pecho es propicio para perlas,
Pero yo no soy un Buceador—
Su frente es propicia para tronos
Pero yo no tengo penacho.
Su corazón es propicio para un hogar—
Yo—un Gorrión—construyo ahí—
Con la dulzura de las ramas
Mi perenne nido.
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