Galería del viejo hotel
Este antiguo hotel barrial se transformó en el año 1979 en
galería de arte y atelier de pintores y escultores. Su fachada fue modificada,
pero su interior aún conserva los rasgos italianizantes originales.
Escondida en la calle más antigua de la ciudad, disimula su
edad la Galería del Viejo hotel. Con más de 110 años, se conserva al 1053 de
una Balcarce empedrada y poco transitada. Salvo por los faroles de época y el
umbral, a través del cual se insinúa el patio, nada en la fachada de esta
estructura hace suponer sus años vividos. Con seguridad distrae su primer piso,
anexado en la década del 50 y los detalles tipo art déco de su frente.
Alejandro M. Zamponi escribió :“Su patio conserva las baldosas originales,
ajedrezadas con amarillo en lugar de blanco, y hacia él están orientadas las
más de cuarenta habitaciones de la planta baja y del primer piso. Exuberante de
helechos, malvones y plantas, esta galería rescata la mejor tradición de San
Telmo. Desde el ala derecha del primer piso, pueden verse las torres de la
Iglesia San Pedro González Telmo, una de ellas negra y rasguñada por el
descuido, otra blanca y resplandeciente.
foto: S. Vázquez |
La construcción está rodeada de misterio. Aunque fue declarada, junto con otras viviendas, patrimonio histórico de la ciudad en 1979, no hay registros de su estructura edilicia hasta 1925, año en que la entonces Obras Sanitarias instaló el servicio de agua de red. Además, tiene el estilo de las típicas construcciones hechas por albañiles: no es italiano, ni francés, ni español. El folleto en circulación sobre la historia del solar, cuya autoría se atribuye al dueño de la Galería, cuenta que la construcción no sería de 1890 —como sostiene el relevamiento de edificios históricos del Gobierno de la Ciudad—, sino de 1860
foto: S. Vázquez |
La vida de los que ahí viven
Actualmente más de cuarenta artistas plásticos,
escultores, artesanos, coleccionistas y orfebres tienen sus talleres allí.
Algunos de estos artistas son reconocidos: la mexicana Anna Kassel atrapa en
sus cuadros la fuerza de los elementos naturales y la vida; el pintor Jorge
Falco, retrata de manera intensa el barrio de San Telmo; Ricardo Curchi, plasma
distintos movimientos de tango. También está la primera escuela profesional de
dibujos animados, Yiyo, que colaboró en la producción de Patoruzito 2, la
película. Además, en esos locales más que particulares, funcionan una
editorial, talleres literarios y de música. Así, caminando por el barrio se
escucha que se asocia a La Galería del viejo hotel con una “cuna de arte”.
foto: S. Vázquez |
Como si nada alcanzara, una de las principales
atracciones de la Galería, para vecinos y turistas, es el bar-restaurante de la
planta baja. Allí también suelen juntarse los artistas de la casa para debatir
en grandes mesas hasta que arremeten empanadas, vinos y cervezas.
Al caminar por estos pasillos, se respira el olor de
las paredes recién blanqueadas, se aprecia el verde de las plantas que se
extienden de balcón a balcón mediante hilos bien dispuestos. Sin embargo, la
modernidad no tan estética hace de las suyas y deja lucir carcasas de equipos
de aire aconcionado con logotipos de marcas.
Ya por el nombre, se sabe, fue un hotel. Pero según
cuentan los vecinos, la construcción supo ser, además, conventillo, pensión,
albergue transitorio y prostíbulo. Hay historias más viejas que sostienen
incluso que en este mismo terreno funcionó una morgue, un hospital o un
cementerio alrededor de 1871. Aunque no hay registros al respecto, la versión
tiene su sentido. En aquel año, con la fiebre amarilla, huyeron dos tercios de la
población del sur, incluido el entonces Presidente de la Nación, Domingo
Faustino Sarmiento.
Alrededor de 1950, como se acostumbraba en San Telmo,
se construyó sobre el techo un primer piso. Las habitaciones eran muy pequeñas
por lo que, se sostiene, desde entonces no volvió a ser hotel.
Desde 1973 a 1980, el edificio estuvo abandonado. A
partir de la sanción de Ley de Preservación Patrimonial, el edificio fue
adaptado y restaurado con la supervisión del Museo de la Ciudad, en 1980. En
esos años todavía no existían los shoppings, y era un proyecto novedoso
convertir aquel lugar en una galería comercial aunque, por suerte, lo
comercial, en este caso, fue buena palabra. Toda una suerte, porque sus paredes
y techos se salvaron del inminente desmoronamiento.
En el comienzo de esta nueva etapa, las pequeñas
habitaciones albergaron a distintas personas que restauraban antigüedades pero
que “no llegaban a una calidad que queríamos para el lugar”, expresan en la
administración de la Galería. “En ese entonces, sacaban materiales al patio y
esto parecía un mercado”, opinan.
foto:S. Vázquez |
Luego de dos años, la administración decidió que no
era una estética atractiva, y elevó los precios de los alquileres.
Paulatinamente, fueron reemplazados por artistas que, atraídos por la mística
de San Telmo, llegaron desde cuarenta lugares del mundo.
foto: S. Vázquez |
A esta altura, la calle Balcarce parece un museo y
reina la tranquilidad. El tiempo discurre suavemente entre infrecuentes
vehículos y silenciosas baldosas. La renovada Galería del Viejo Hotel parece tener
su propio tiempo y no siempre seguir el ritmo y la vida de San Telmo.”
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