viernes, 22 de octubre de 2021

Escritora invitada: Susana Grimberg

 El arte y la globalización.

“El arte da al hombre la experiencia de vivir en un mundo donde las cosas son como deberían ser. Esta experiencia es de crucial importancia para él: Es su salvavidas psicológico. Dado que la ambición del hombre no tiene límite, dado que su búsqueda y logro de valores es un proceso que dura toda la vida -y cuanto más elevados los valores, más dura es la lucha-, el hombre necesita un momento, una hora, cierto período de tiempo en el cual pueda experimentar el sentido de su tarea terminada, el sentido de vivir en un Universo donde sus valores hayan sido exitosamente realizados. Es como un descanso, un momento de repostar combustible mental hacia nuevos logros. El Arte le da este combustible, un momento de alegría metafísica, un momento de amor por la existencia. Como un faro, alzado sobre los oscuros cruces de caminos del mundo, diciendo “Esto es posible”. (Ayn Rand)

Puentes
Hace un tiempo tomé la explicación de Marcel Mauss respecto de levantar un puente y de cómo tender un puente, suponía romper el orden natural porque los ríos se cruzaban de a pie. Antes o después de construirlo, era necesario contar con un pontífice para aplacar la ira de los dioses. Por ese motivo, los pontífices, eran los que establecían un puente entre los dioses y los humanos. En nuestros tiempos, dejaron de necesitarse intermediarios entre el hombre y Dios, porque la palabra es el puente, el lazo, la mano extendida, que ayuda a ir más allá de las fronteras entre los hombres.
Es que la palabra, disponerla, es el puente que permite acercar uno al otro, pese a los malentendidos que pueda llegar a provocar. Como los fallidos y los lapsus, la vida misma es un equívoco en la que, para salvar los obstáculos, olvidos, errores y demás, hay que tender nuevos puentes.

En otro orden de cosas, Camus supo señalar que muchas veces, la humanidad se había encontrado ante un porvenir incierto; la diferencia es que antes de las dos guerras mundiales, se podía salir de las encrucijadas gracias a la palabra y a los valores éticos por medio de los cuales se podía armar alguna esperanza. En aquél entonces, tanto como hoy, al carecer de la vía de la palabra, se ha ido perdiendo la “confianza del hombre siempre dispuesto a creer que se podían obtener de otro hombre reacciones humanas hablándole con el lenguaje de la humanidad”.

Hoy y siempre, el arte ha sido el mejor y más sólido puente para acercar a las personas entre sí.
La idea de lo efímero, propio de la sociedad de consumo, nos lleva a pensar en cómo es posible la creación en un mundo que el que la perdurabilidad es un dis-valor, lo que dura, es de desconfiar.
Pese a que en la actualidad el arte asume las mismas lógicas del mercado, tanto el genio romántico como el marginado y el rebelde, continúan dándole forma, color y sonido, a la imaginación. A través de la pintura, la escultura, los grabados, la poesía, los cuentos, las novelas, la música, el cine, el teatro, el sujeto humano se ve reflejado y expresa su más profundo sentir. Es que el “arte” trasciende o va más allá de cualquier frontera.

La música y la globalización

La música en cualquiera de sus manifestaciones, ha sido creada como lenguaje de entendimiento y medio de expresión para el gozo y disfrute de las personas. Este debe presentarse libre, sin obstáculos ni ataduras que puedan censurarla o someterla. De todas maneras, la música siempre ha estado a salvo de manipulaciones, ganando batallas contra la censura y la rígida estupidez conservadora de los tiempos.

En esta época en la que nos mueve la unificación de criterios, la simplificación y la comunicación global, hay un peligro que ciertamente está afectando este arte y llena de obstáculos sus caminos, crece, ganando más adeptos, manipulando a las personas, no permitiendo la compresión y el desarrollo de otras músicas. Me refiero a un mundo en el que la música es impuesta mediante la complicidad del mundo mediático por eso, es posible hablar de una “Globalización musical”.
No deja de ser irónico que, en los tiempos que vivimos, rodeados de tecnologías que nos acercan en un mínimo tiempo a cualquier música, este haya traído consigo un efecto contrario a la variedad y el conocimiento de ellas. Hay que aprender a relacionarse con músicas de ámbitos diversos y a desarrollar una atención selectiva ante la música. La música contribuye al desarrollo de la personalidad.

La música en cualquiera de sus manifestaciones, ha sido creada como lenguaje de entendimiento y medio de expresión para el gozo y disfrute de las personas. Este debe presentarse libre, sin obstáculos ni ataduras que puedan censurarla o someterla. A salvo de manipulaciones, la música ganó batallas contra la censura y la estupidez conservadora de los tiempos. En esta época en la que se mueve la unificación de criterios, la simplificación y la comunicación global, hay un peligro que ciertamente está afectando este arte y llena de obstáculos sus caminos, crece, ganando más adeptos, manipulando a las personas, un mundo que no permite la compresión. El mundo nazi funcionó de esa manera siendo Wagner con sus óperas llenas de odio contra los judíos, el músico más admirado.

De todas maneras, la música contribuye al desarrollo de la personalidad, la sensibilidad musical y la expresión musical. Mediante la música se conocen culturas, se acercan pueblos y se establecen relaciones entre ellos.

Las artes plásticas

En los museos, en los que algunos puestos de venta, han encontrado su lugar al lado de las obras de arte, la mirada apenas se detiene en ellas salvo que pueda comprarse en el Museo del Prado, como lo hice, con una lámina del Jardín de las Delicias obra de Jerónimo Bosh que yo anhelaba tener en mi casa, tanto como un pequeño cuadro de “La maja desnuda” de Francisco de Goya, “La Venus del espejo” de Diego de Velázquez o el de los niños comiendo pan de Bartolomé Esteban Murillo, lámina transmutada en cuadro puesta en la escalera de la casa de mi infancia.

Muchos especulan con que el turista, al ser un voraz visitante de los museos, no tiene tiempo para contemplar y que sólo tiene tiempo para consumir. No estoy de acuerdo. Si bien podemos pensar como dicen algunos críticos, que el turista es un “paseador”, a mi parecer, se pasea a sí mismo y, mientras desliza la mirada por los cuadros, esculturas y otras manifestaciones del arte (el teatro, el cine y la música), descubre que es mucho lo que se parecen a su mundo, al mundo en el que él habita.

Ventajas y desventajas de la globalización
Continúa sorprendiéndome que, en nuestro tiempo, la gente insista con que la globalización es un hecho nuevo, cuando, en verdad, la interrelación entre los países, existe desde la prehistoria, con los movimientos migratorios.

Tanto el Imperio Romano, como China, supieron poner vastas zonas desconectadas entre sí bajo su dominio, siendo el descubrimiento de América el que inició la apertura e interrelación con un mundo desconocido.

A fines del siglo XIX, las revoluciones tecnológicas, los sistemas de transporte y el avance de las comunicaciones abrieron las puertas a un mundo nuevo. Siempre me gusta enfatizar que, gracias a la era espacial, tenemos el Diagnóstico por imágenes, el Monitoreo cardíaco, el Termómetro digital sin mercurio, los pañales desechables, el Sistema de ahorro de energía utilizado en refrigeradores, el Laser, utilizado tanto en la Medicina como en la Industria y otros descubrimientos que tan útiles han resultado ser para la humanidad.

El artista plástico Marc Chagall fue fiel a la frase de León Tolstoy: “Pinta tu aldea y conocerás el mundo”. Y eso fue lo que hizo. Pintó su aldea, las costumbres y las fantasías de la gente que vivía en los lugares donde él vivió.

Nacido en VÏtebsk (Bielorusia), de origen judío, el mayor de nueve hermanos fue uno de los más importantes artistas del vanguardismo con resonancias de fantasías y sueños. Si bien Chagall fue un participante activo en la Revolución rusa de 1917 y fundó la Escuela de Arte (1919), debido a la carga burocrática se mudó a Moscú en 1920 y luego a París en 1923.
Debido a la ocupación alemana de Francia durante la Segunda Guerra Mundial y a la deportación de los judíos a los campos de exterminio nazis, Marc Chagall tuvo que abandonar París. Con la ayuda del periodista estadounidense Varian Fry, se mudó a la Villa Air-Bel en Marsella antes de escapar de Francia a través de España y Portugal. En 1941, los Chagall se instalaron en Estados Unidos.
En 1964, por encargo de Charles de Gaulle, Marc Chagall pintó el techo de la Ópera de París. En 1977, fue condecorado con la orden de Legión de Honor de Francia y en 1981, recibió el Premio de la Fundación Wolf de las Artes de Jerusalén.

La globalización una puerta abierta a la vida

Como vimos, la globalización con las mudanzas incluidas, siempre fue una puerta abierta a la vida. Si bien, estamos viviendo tiempos difíciles, alarmados por ataques terroristas, terremotos, incendios e inundaciones, además de robos, violencia en las calles y la corrupción que atenta contra todos, nada de esto es propio de nuestra época porque, de alguna manera, estos hechos, siempre, existieron.
Somos hijos y nietos de inmigrantes y nosotros mismos somos inmigrantes ya sea por mudarnos de un lugar a otro para poder ir a la Universidad o motivados por nuevos trabajos. Y esto nos lleva, a dar lugar, siempre, a las diferencias. No somos iguales. Lo somos frente a la ley. La igualdad de derechos y de oportunidades hace al mundo más libre y más justo, al menos este propósito tuvo marco de Ley, para hacer que la vida sea vivible.

En realidad, podemos pensar y vivir la globalización como una puerta abierta al mundo, con todos los sinsabores y beneficios que nos pueda traer. Incluso la incertidumbre puede enriquecernos, porque donde dudamos, existimos. La educación provee, a través de la transmisión de valores, la vía para crear, inventar y darnos las manos a pesar de y con las diferencias.

Con la artista Perla Bajder, que muchas veces estuvo con nosotros en A la vuelta de la esquina, trabajamos sin conocernos personalmente pero sí a través de nuestra obra, en el libro “Identidad y diversidad”, idea del Dr en Letras Stephen Sadow. Ambas fuimos partícipes de un proyecto que hizo de una ilusión, una realidad.

Quiero concluir con esta frase del pintor alemán Paul Klee:

“El arte no reproduce aquello que es visible, sino que hace visible aquello que no siempre lo es”.
Con este pensamiento del director de cine de animación japonés Hayao Miyazaki (1941):
“Soy crítico con el capitalismo, la globalización y sus impactos en la vida moderna. Sin embargo, ya no creo en las cosas de cuando era joven, no creo ya en pensar en la vida y la sociedad como clasificables por ‘clases’, puesto que en realidad todos somos trabajadores, incluyéndome a mí.”
Y con esta reflexión del escritor albanés, Ismail Kadaré (1936), galardonado con el Premio Booker Internacional y el Príncipe de Asturias de las Letras.

“La literatura es el primer fenómeno globalizador. Ya sé que el concepto de la globalización se maneja ahora como un descubrimiento, pero sólo hace falta leer a Esquilo, o a Shakespeare, por citar dos ejemplos, para darse cuenta de que la literatura, el teatro, son el vehículo para hablar del hombre y de sus incertidumbres y de sus escapatorias.”
Susana Grimberg. Psicoanalista, escritora, ensayista y columnista.
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